jueves, 17 de diciembre de 2015

"Agarren a la nueva"


“E” fue trasladada por tercera vez a una nueva escuela y esta vez sus padres le ofrecieron no cambiarla más. A ella le costaba entablar conversación con los demás y por eso pasó varios recreos sola. Un día de esos cuando ella decidió entrar al baño la abordaron cinco niñas. “Agarren a la nueva”, dijo una. La rodearon, y de los cabellos la enviaron al centro del círculo que se había formado alrededor suyo.  Una le tiró una bofetada, otra la empujó, otra la escupió, y al verla estallar en llanto, otra amenazó con matarla si se les acercaba. “E” llegó llorando a casa y tras la insistencia de su madre le contó lo ocurrido, se negó a ir a la escuela al día siguiente, pero  tuvo el valor de enfrentar a las pequeñas “vándalas” que fueron sancionadas y que luego de pedirle disculpas nunca más volvieron a atacarla. ¿Este caso fue un indicio de bullyng? Sí.  ¿Cuántos niños vivieron en silencio un acoso similar durante todo el año escolar?

Una estadística lanzó que diariamente 30 niños son acosados en las escuelas en nuestro país. ¿Las razones? Por su aspecto físico, comportamiento o aparente debilidad física. En Chiclayo, el caso de los estudiantes del colegio Algarrobos que introdujeron una zanahoria en el ano de un compañero durante una fiesta y encima lo filmaron y compartieron con el resto de compañeros, fue una muestra de acoso y de alerta para darnos cuenta qué clase de personas estamos formando. No sabemos qué llevo a los estudiantes a realizar tal crueldad y humillación. Se dijo que en esta fiesta se les permitió beber alcohol y ni las autoridades del colegio, ni los estudiantes o familiares de estos, han querido enfrentar como corresponde las explicaciones ante las autoridades judiciales.

Al tratarse de un colegio de prestigio económico, no sorprendería que el silencio de este caso se haya conservado para no afectar la imagen de familias “importantes”. Pero recordemos que cuando se trata de atentados contra niños y jóvenes, nada importa más que su bienestar. Muchos de los suicidios en jóvenes se han originado producto del acoso escolar. Y quienes han salido airosos de estas situaciones, han tenido que superar inseguridades posteriores y trabajar mucho su autoestima.


Lamentablemente, siempre se tiene que esperar que hayan heridos para tomar acciones pertinentes. El maltrato también puede ser psicológico. Muchos niños, al actuar verbalmente, esconden resentimiento o traumas que no han curado. Como padre el rol principal es preguntar cómo le fue en la escuela, cómo se siente, qué no le gusta. Y como maestro, el de diagnosticar a cada estudiante, saber qué le gusta, qué valora, qué le enoja o frustra, y cómo reacciona. Eso permitirá tener un diagnóstico personal de cada uno y a la mínima señal de ataque en aula hablar con él, trabajar su autoestima y dialogar con los padres. ¿Queremos una sociedad sana? No perdamos de vista los problemas en el salón de clases. Colaboremos a que el acoso disminuya, tengamos niños y jóvenes tranquilos y felices.

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