jueves, 30 de julio de 2015

La clave para inspirar


Tener una educación de calidad depende de muchos factores: reformas, presupuesto, curricula, pero muy en especial por la vocación de quienes imparten diariamente las enseñanzas que los estudiantes (sean grandes o pequeños) aplicarán en su vida. Sin vocación la persona no marcará la diferencia ni tomará en serio lo que tantos años ha estudiado. Sin vocación la teoría no servirá de nada en la práctica y hasta los modelos educativos más ejemplares del mundo no lograrían un mejor resultado. Sin vocación no podremos inspirar al resto.

En esta ruta que hemos iniciado visitamos dos instituciones tan distintas y tan inspiradoras al mismo tiempo, con directores que tienen eso que mencionamos líneas anteriores y que convencen de que lo que en realidad se requiere con urgencia: profesionales comprometidos con el propósito e innovadores. La importancia de las buenas prácticas será la clave para tener colegios y estudiantes que irradien empatía, liderazgo y habilidades para mejorar su vida, las de su familia y comunidad.

La primera institución que visitamos fue San Carlos de Monsefú y su director David Ayasta quien comentó lo retador que fue asumir el año anterior el cargo máximo en esta institución de más de 50 años de trayectoria. Como parte de su trabajo para conciliar con padres de familias, docentes y estudiantes, iniciaron la “minga escolar”, unas jornadas de trabajo que los padres de familia realizan en los ambientes de la institución, y donde se seleccionan a los estudiantes con ciertas dificultades de aprendizaje o desenvolvimiento para que reciban a los padres, conversen con ellos, y sustenten el trabajo realizado con sus compañeros en la formación de los lunes. Una estrategia innovadora y digna de imitar si tomamos en cuenta que el énfasis que tienen en la mejora de sus estudiantes no es sólo la académica sino la actitudinal.


Del mismo modo, visitamos  la institución educativa particular San Pedro de Túcume, una escuela parroquial fundada para brindar oportunidades a estudiantes de menores recursos del distrito y que actualmente es dirigida por la profesora Martha Lozada. Los estudiantes reciben facilidades de pago y buscan que los padres estén involucrados en el aprendizaje de sus hijos. A la vez, promueven que sus estudiantes entrevisten cada cierto tiempo a profesionales para que les cuente su experiencia y cómo contribuyen a la región con la profesión que eligieron,  pues así desarrollan habilidades comunicativas y ese sentido humano que todos necesitamos de jóvenes al momento de elegir el rumbo profesional de nuestra vida.

¿Cómo animamos a los estudiantes a ser mejores? ¿Cómo le damos ese sentido a su vida desde nuestra experiencia? ¿Cómo nos auto motivamos para dar lo mejor de nosotros en cada paso de nuestra vida? Estos dos directores están seguros que si maestros y padres de familia dan ejemplo de unión y trabajo conjunto, los estudiantes imitarán y harán el efecto multiplicador en cada comunidad. Ambos apuntan a que sus egresados sean jóvenes sensibilizados con su entorno y preocupados en hacer de su distrito un lugar mejor. Estoy segura que con perseverancia y un seguimiento constante podrán lograrlo.


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